Cabecera del Océñigo y algo más.

6 de Noviembre de 2016.



Empieza Noviembre, hoy nos vamos a acercar al Arroyo Océñigo. Varias veces hemos venido a este singular barranco, y siempre lo hemos hecho remontándolo, hoy entraremos desde su cabecera junto a la Ciudad Encantada. Aunque ha empezado a llover el agua todavía no ha roto en el manantial que nutre el arroyo, así que hoy el objetivo no es el agua pero a cambio nos hemos encontrado curiosidades serranas.


Nada más pasar la Ciudad Encantada, nos encontramos un carril a la izquierda, dejamos ahí el vehículo y empezamos a caminar en esta mañana fresca y húmeda, avanzamos por el carril para meternos de lleno en el barranco del Océñigo. Tenemos que recordar que este arroyo es paralelo al arroyo del Cambrón y a varios barrancos más que, desde la Sierra de Valdecabras, vierten aguas al Júcar.


Una cueva con corral que nos hemos encontrado durante la caminata, y es que en la sierra, a cada paso aparece una curiosidad.

Empezamos a bajar, el terreno en esta cabecera del valle es cómodo, pero pronto se enmarañará de vegetación.

Como ha estado lloviendo los musgos se esponjan, el monte va poniendo buena cara.

A ambos lados va apareciendo la roca, estamos junto a la Ciudad Encantada, piedras no nos van a faltar hoy.

En las rutas por el monte siempre hay que fijarse bien en los detalles, así entenderemos mejor como va cambiando el paisaje. La erosión va dejando expuesta la cornisa y finalmente colapsa.

Este es un ejemplo a pequeña escala, pero muy interesante.



Algo que no podemos decir es que no hay regeneración del monte, nos vamos adentrando en una maraña de arbustos y jóvenes pinos.

Empieza a aparecer alguna surgencia, de poca importancia.

Un poco más abajo, en la margen izquierda junto a un bosquete de Acebos, aparece otra surgencia más importante y estable, la vegetación nos dice que esta es zona húmeda.

Pero llegamos al punto que nosotros conocemos como el manantial del Océñigo y comprobamos lo que veníamos esperando, está completamente seco.

Un poco de agua que viene desde el manantial que vimos antes un poco más arriba.

Es un arroyo de gran belleza, aunque lleve poca agua.

Desde que descubrimos este arroyo, hace ya unos años, lo tenemos como uno de los más desconocidos y a la vez de mayor belleza. Quizá sea el desconocimiento el que lo mantiene en un estado de conservación muy bueno, con aguas cristalinas cuando las hay, no encontramos restos de basuras, y el pinar goza de una salud envidiable, es un auténtico vivero. Si alguien se anima a conocerlo que lo tenga en cuenta, solamente desde el respeto podemos mantener estas maravillas intactas.


Una de las curiosidades que guarda este barranco son estos dos ejemplares de pino negral, con esos nudos en la base del tronco. Siempre que venimos por aquí nos gusta pararnos a contemplarlos.

Impresionantes, y fijaos detrás la densidad de jóvenes pinos, aquí el futuro está asegurado.

Una señal del carácter calizo y húmedo de este valle, el depósito de cal sobre un tronco ya desaparecido, que ha dejado su huella.

El agua aparece y desaparece.

Pasamos junto a la vieja tina.

Y junto al cauce seco.


La primavera es más generosa para este arroyo.


A ver si se enmienda el otoño, que esto lo hemos conocido en mejores condiciones sin duda.
Como cambia la cosa, el agua es vida. Imagen tomada en primavera.

Es media mañana, el avance ha sido bastante penoso entre tanta vegetación que teníamos al principio, así que vamos a buscar una salida para hacer la ruta circular. Estamos cerca de otro vallejo que vierte a este Océñigo, parece según el mapa que tiene salida hacia la loma de Motos, subiremos por aquí a ver que nos encontramos, la verdad es que ha sido muy entretenido.



Pero primero paramos en este pinar para el tentempié mañanero.

Nos despedimos del Océñigo y cogemos el vallejo.

Al final el vallejo se remonta fácilmente, por el camino nos encontramos con depósitos de cal, una cueva refugio de ganado y alguna otra cosa.


El lento discurrir del agua crea caprichosas formas.

Vemos como finalmente se ha formado una cueva, las aguas de esta sierra son muy calizas.

¡Menudo bolo!

Un poco más arriba nos encontramos con estos muros hundidos, y lo que parece una cueva.

Una gran losa que desafía a la gravedad sirvió de refugio al ganado.

Una vez dentro, se presenta bastante amplia.

Y espaciosa.



En fin, seguiremos la marcha después de darle a esto una vuelta, nos gusta ver estas cosas.

Al salir de la cueva vemos hacia arriba la peña del Águila.

Seguimos la marcha y un poco más arriba vemos algo extraño en el tronco de un pino, casualmente con la misma forma que los del fondo del valle, nos acercamos y comprobamos que se trata de una piedra de sal para los animales, clavada en el tronco. Justo enfrente de la peña del Águila, ¿será casualidad? me temo que no, en fin......

Un par de escalones más y estamos arriba.

Hemos salido del valle del Océñigo, tiramos de zoom y vemos la zona del Pico de la Grulla, debajo el Cambrón.

Y la peña del Algibe,  en la cresta que separa el Cambrón del Océñigo.

Ahora solo nos queda volver, caminamos paralelos al Océñigo, pero ahora por la parte de arriba donde nos encontraremos una pequeña Ciudad Encantada.


Vamos avanzando y salen a nuestro encuentro diversas formaciones a modo de callejones.

Con sus orificios perfectamente alineados.

Y sus lomos cubiertos de matorral.

Grandes moles que tendremos que volver a explorar.




El caso es que estas rocas tienen un no se que, que parece observarnos.

Total, que al filo del medio día terminamos la marcha. Hoy los tercios preceptivos en Valdecabras.


La Sierra de Valdecabras es una zona que tiene muchísimas posibilidades para el senderismo, nosotros ya hemos recorrido buena parte de ella, pero siempre se descubren rincones nuevos. Esta parte de la Loma de Motos, con sus rocas misteriosas, queda pendiente de una nueva ruta para escudriñar un poco más sus entresijos.

Hoy no tenemos trazado y perfil de la ruta, pero con un vistazo al mapa de la zona la cosa no tiene pierde. 


Hasta pronto!!!








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